Amazonía peruana: Sembrar esperanza, cosechar vida
Desde las misiones amazónicas nos llegan testimonios de esperanza y agradecimiento por las ayudas enviadas durante la pandemia producida por el coronavirus.
El coronavirus impactó en nuestras misiones de la Amazonía peruana con graves consecuencias. La situación en la actualidad continúa siendo difícil y preocupante pero hacemos un alto en el largo camino, que afrontamos unidos en misión, para agradecer a todas las personas que con fe y entrega habéis hecho posible que acompañemos a las comunidades amazónicas para hacer frente a la pandemia mundial que recorre el planeta.
Desde las misiones amazónicas nos llegan testimonios de esperanza y agradecimiento a través de un emocionante documento titulado “Sembrar esperanza, cosechar vida. En homenaje a los Misioneros Dominicos y sus colaboradores desde Selvas Amazónicas”, rubricado por Beatriz García Blasco y del que os recomendamos su lectura.
Los misioneros dominicos en su imprescindible labor diaria, así como todas las personas que forman parte de las misiones, son reconocidos por las comunidades en las que estamos presentes. La cercanía y el apoyo incondicional de la Iglesia no solo en la emergencia, sino históricamente, por salvar vidas en los rincones más alejados es quizás lo más apreciado y valorado por la población local.
Así podemos leer el testimonio de Julio, uno de los primeros contagiados del Bajo Urubamba y, también, uno de los primero pacientes complicados que logró superar el virus, asegura, gracias a la ayuda del padre Ignacio y del doctor Lucho. El testimonio de Yima que tras confirmarse su positivo se derrumbó y encontró en el padre Joel la esperanza que necesitaba o el de Miguel, un voluntario de la parroquia de Quillabamba, que aún impactado por toda la solidaridad que la pandemia ha generado, quiere que sirva de ejemplo para las generaciones futuras.
El padre Roberto, con más de 15 años de convivencia con el pueblo matsigenka del Alto y Bajo Urubamba, desde la Misión de San José de Koribeni; así como el padre Daniel, desde la Misión Inmaculada Concepción de Kirigueti nos ayudan a entender y empatizar con esa “otra visión” que los pueblos indígenas tienen sobre la enfermedad. También el padre Julio César, desde la Misión San Miguel Arcángel de Shintuya, nos explica las medidas y protocolos de los pueblos Harakbut, Yine y Matsigenka para tratar de protegerse.
En el Vicariato de Puerto Maldonado, Mons. David Martínez, viendo las desgarradoras noticias que llegaban desde otros territorios entendió la importancia de anticiparse “No queremos esperar a las lágrimas para ponernos en movimiento”. Encontramos, también, en el documento las diferentes campañas y logros que, trabajando unidos, se han podido llevar a cabo.
Selvas Amazónicas, con vuestra ayuda, ha sembrado esperanza en las periferias, en los pueblos más vulnerables. Gracias a todas las personas que colaboran con Selvas Amazónicas ha sido posible Sembrar esperanza, cosechar vida.
Podemos decirlo en castellano, “gracias”; en Harakbut, dakichi; en Yine, poyagnu;
en Matsigenka, pasonki; en Quechua, yusulpay; en Asháninka, pasonki;
en Yaminahua, aichu; y en varios idiomas más.
Distintas lenguas que expresan un mismo sentimiento.
El de la gratitud por sentirnos fuertes y unidos ante la adversidad guiados,
siempre, por el Dios de la Vida.
¿Acaso existe algo más bonito que ayudar?
Puedes leer el documento completo en este enlace.