Carta del director de Selvas Amazónicas
"Quiero aprovechar la oportunidad del envío de la newsletter para ponerme en contacto con vosotros y así acompañarnos mutuamente en la común preocupación que el covid-19 ha introducido en nuestra cabeza y nuestros corazones"
Queridos amigos:
Quiero aprovechar la oportunidad del envío de la newsletter para ponerme en contacto con vosotros y así acompañarnos mutuamente en la común preocupación que el covid-19 ha introducido en nuestra cabeza y nuestros corazones. Todos somos conscientes de la situación crítica en la que nos encontramos, debido a la pandemia del coronavirus en todo el mundo. Aquí entre nosotros, la declaración del “estado de alarma” ha sido necesaria ante la gravedad de la situación en que estamos y que ha ido todavía a más a pesar der las medidas que tomaron las autoridades.
Yo, como vosotros, escucho los datos que nos comunican y los mantengo con preocupación en mi cabeza y en mi corazón. No soy ningún especialista para valorar las normas que se han establecido y si habría otras más adecuadas; pero lo que si quiero comentaros es que en medio de tanto dolor, sufrimiento y preocupación debemos de tener harta confianza en el Señor, somos criaturas suyas y él cuida de nosotros si nos dejamos cuidar, debemos por tanto extremar las medidas de protección y seguridad como lavarnos las manos, no llevárnoslas a la cara y guardar ante otra persona una distancia, no porque la veamos como un portador del virus, sino porque queremos romper la cadena de transmisión viral.
Pienso también en el desastre que se avecina en nuestras misiones en la selva amazónica peruana con la ausencia de hospitales, la dificultad de las comunicaciones y de los traslados; o en la zonas depauperadas y marginales de Guinea Ecuatorial, República Dominicana, Cuba, Uruguay y Paraguay. Mucho tenemos que entregarnos, para que contando con la ayuda de Dios, el covid-19 no llegue a masacrar esas comunidades.Desde Selvas Amazónicas ayudaremos todo lo que podamos. Tened por seguro que no los vamos a dejar solos y a su suerte, sino que enviaremos desde aquí lo que podamos y precisen.
Estamos en cuaresma, y por tanto invitados a encontrarnos con Dios. Sin embargo, el confinamiento por la pandemia no nos permite asistir a misa ni a los cultos propios de este tiempo. Pienso de nuevo en nuestros hermanos de los pueblos originarios en la selva, que sólo podían participar en la misa una o dos veces al año. Pues igual que esos pueblos, nosotros en medio del confinamiento tenemos quevivir en comunidad el Evangelio del amor y de la comunión, (el WhatsApp y las redes sociales pueden ser instrumentos para ello), comprobaremos que Jesús sigue a nuestro lado a pesar de no ir a la iglesia.
De la pandemia también aprendemos: si ésta se extiende por la cercanía y proximidad entre las personas, cuando la hayamos vencido, no olvidemos la lección: si queremos que el Evangelio circule en nuestro mundo, son necesarios la misma cercanía y el encuentro personal.
Continuamos rezando por los enfermos y por aquellos que los cuidan. Incluso en nuestra soledad, Dios esta´ cerca de nosotros, y nunca estamos solos porque Dios está en nuestro interior y todos en comunidad formamos el Cuerpo de Cristo.
Fray Francisco L. de Faragó Palou
Director de Selvas Amazónicas
