El misionero dominico Fray Santiago Fernández Malumbres, OP, nos comparte su experiencia en Uruguay
Hoy nos ha visitado en Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas el misionero dominico de Uruguay, Fray Santiago Fernández Malumbres, OP, que lleva 53 años allí, la mayoría del tiempo en Uruguay, pero también estuvo unos años en Paraguay.
En Uruguay, la comunidad de frailes dominicos la forman Felipe, Germán, Rubén, Edgard y Santiago. Tienen dos presencias en Montevideo, por un lado, atendiendo la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, en el centro de Montevideo y por otro, la Parroquia Santísima Trinidad en las periferias de la ciudad, que es donde está Santiago de párroco.
La Parroquia Santísima Trinidad tiene mucha extensión y atienden alrededor de 40.000 personas, la mayoría son asentamientos sin regularizar de la gente que llegó a la ciudad en busca de trabajo.
Debido a su extensión, han decidido dividir la Parroquia en 10 zonas. Y en cada zona hay un grupo de laicos, que son el punto de referencia de la gente. Animan la comunidad, dan catequesis a niños y adultos, tienen reuniones bíblicas y en muchas, gracias a Germán, hay enseñanza de música. Los frailes acompañan y dan formación. Es una Iglesia cercana, aunque no participan muchos, son respetuosos.
Santiago nos cuenta el importante papel de la gente que descubre su fe de adulta, que en muchas ocasiones se convierte en evangelizadores y esa es la gran fortaleza de las pequeñas comunidades.
Santiago, OP, ha escrito la parte correspondiente a Uruguay del Informe de Misioneros Dominicos – Selvas Amazónicas: “Compartiendo esperanzas desde las periferias”. Nos contaba un poco su análisis, hay muchos mayores, la natalidad es muy baja y en época de crisis muchos jóvenes y familias han emigrado. En el barrio correspondiente a la Parroquia, pocos acceden a la universidad, aunque ésta sea gratuita, muchos no tienen dinero para el transporte o materiales necesarios y la mayoría se dedican a trabajos manuales (carpintería, arreglo de ordenadores…). Últimamente hay más violencia, fruto de las drogas. Antes los misioneros dominicos, tenían una policlínica, pero ahora la ha asumido el gobierno, aunque tienen pocos medios, tienen mucha humanidad.
Nos compartía Santiago la misión que realizan los primeros quince días de enero, que van a visitar casa por casa a las familias de los barrios. Siempre empiezan con un poco de temor y a la vuelta todo es alegría. Comparten las luchas, trabajos y esfuerzos, pero también se dan cuentas de ¡cuántas cosas buenas hay!
Antes no había ministros de la Eucaristía, los primeros viernes del mes, llevaban la comunión a muchos ancianos y enfermos. En cada casa revivían una estación del vía crucis, con tantos sufrimientos compartidos. Pero había un señor, que siempre estaba contento y contando chistes. Un día le preguntó ¿de dónde le viene la alegría? Y le contestó, soy viejo, ciego y pobre, si encima de todo esto, estoy triste…esa alegría me brota del corazón. Qué importante es ver la presencia de Jesús desde lo cotidiano y disfrutarlo.Nos ayuda a iluminar las experiencias de vida en positivo. Los niños en muchas casas son motivo de alegría.
Nos contaba Santiago, el papel de las Academias Populares, el que sabe, enseña al que no sabe: cocina, manualidades, inglés, peluquería, panadería, tejidos…Tiene muchas cosas buenas, no sólo por lo que aprenden y que en muchas ocasiones se convierte en su medio de vida, sino por la parte social de compartir y hablar, porque muchas personas viven solas en sus casas. Después de la pandemia, están retomándolo, con muchas ganas.
Le hemos preguntado en qué consistían esos Encuentros Bíblicos, tienen unos folletos que o bien elaboran ellos sobre diferentes evangelios y últimamente están trabajando un librito del P. Mester, brasileño, “Jesús formador de discípulos y discípulas” que partiendo de la realidad, nos hace ver qué hacía Jesús, para que nos planteemos qué hacemos nosotros. La idea de estos encuentros es reavivar el evangelio y renovar la fe. Los jóvenes cada vez tienen más cosas y menos inquietudes, pero no son más felices. Y hay muchos niños que no conocen a Jesús. Seguiremos sembrando.