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NOTICIAS DE MISIONEROS DOMINICOS

¿Qué está pasando en las misiones dominicas?

El regalo sorpresa

La experiencia del voluntariado vivida en el trabajo ordinario del día a día

musica camsat david

Desde su experiencia en Paraguay, más allá de aventuras y anécdotas, el voluntario descubre el privilegio de colaborar con el trabajo ordinario y profesional, caminando con los más pequeños en sus dificultades diarias.

En el último encuentro de formación con Misioneros Dominicos – Selvas Amazónicas realizado en Madrid el pasado mes de marzo, estuvimos hablando sobre las motivaciones, las expectativas y las posibles frustraciones que uno puede encontrar cuando se anima a participar en un proyecto de este tipo. En la jornada del domingo, ya en las reflexiones finales, imaginamos esta experiencia del voluntariado misionero como un regalo de Dios, pero un regalo sorpresa, del que podemos hacernos cierta idea, pero que siempre será algo distinto a lo que imaginamos primero, y que, justamente, esto es lo tiene de especial: lo inesperado, lo sorprendente.

Esta imagen me hizo recordar una catequesis del papa Francisco en Santa Marta, de hace ya algunos años (8 de mayo de 2017), titulada propiamente El Dios de las sorpresas. En un punto dice: “el Espíritu esel don de Dios, de este Dios, Padre nuestro, que siempre nos sorprende. El Dios de las sorpresas”; e insiste: “Ha tenido la creatividad de crear el mundo, de crear cosas nuevas todos los días. El Dios que nos sorprende”.

 

ENVIADO A PARAGUAY

Yo, para mi sorpresa, fui enviado a Paraguay a colaborar con la asociación CAMSAT en el Bañado Tacumbú, en la periferia de Asunción. Esta organización se define a sí misma como un agente social que trabaja por la superación de la pobreza, integrado y dirigido por sus mismos pobladores, y que como bien expresa en su lema: “no elegimos la pobreza, trabajamos para superarla”. Lleva más de tres décadas combatiendo la marginalidad y trabajando por la promoción de los más vulnerables y la superación de las necesidades.

Música CAMSAT artículo David

Es una estructura grande, eje en la acción social del barrio, cuenta con más de tres mil socios y tiene la labor distribuida en nueve áreas con mucha actividad: salud, becas, educación, emergencia, radio comunitaria, socios, deporte, música y danza. Además, desde 2016, integra la plataforma APUF-CAMSAT, “Asamblea Permanente Unidos por la Franja”, con otras treinta y tres asociaciones implicadas, para la participación ciudadana en el macroproyecto “Avenida Costanera Sur de Asunción”, que incluye la elevación del terreno y la construcción de un barrio nuevo con unas dos mil seiscientas viviendas, modernizado y protegido de las inundaciones.

Con esta plataforma se persigue la movilización y el empoderamiento para la participación activa de los bañadenses en este proceso de transformación, vigilando los compromisos y reivindicando las mejoras sociales que tanto se necesitan: trabajo, educación, seguridad, vivienda digna, etc.

David Ibáñez en el bañado

Me enviaban a un lugar desconocido, el tercer país menos visitado de América, con una cultura y un idioma singular, el guaraní, a un asentamiento muy especial, en pleno proceso de transformación, para participar en una organización grande, luchadora, con proyectos importantes en muchos ámbitos distintos. Grandes aventuras. Salí de casa pensando en Ulises, Robinson Crusoe o el Capitán Nemo, en llenarme el diario de riesgos y descubrimientos.

Pero no fue así, al menos no hasta que nos sorprendió la pandemia. Nada más llegar me incorporé al ritmo intenso, pero cadencioso y ordenado del trabajo cotidiano en la organización, con reuniones, horarios, calendario laboral y días de descanso.

Mi tarea era preparar o completar fichas, dosieres y documentación, bases de datos, hojas de cálculo y presentaciones, algunos días caminando por el barrio, visitando a los socios o a las familias, otros sin salir de la oficina, trabajando en el diseño de la página web o en la biblioteca.

En la reflexión citada en las primeras líneas, Francisco contrapone la actitud de quien confía y reconoce el don de Dios y se deja sorprender, con la ilusión que caracteriza a quien espera recibir un regalo del que no conoce su forma ni su contenido. Este último sabe que el regalo será muy bueno porque conoce la bondad y el amor del remitente, frente la dureza, las suspicacias y la resistencia al Espíritu. Refiere al salmo 94: “no endurezcáis vuestro corazón”. A veces es difícil vencer la propia obstinación, renunciar al orgullo y abandonarse al Espíritu, también en el contexto misionero, especialmente si uno lleva ya su plan y su programa cerrado, sin espacio para la creatividad y la sorpresa. En este sentido, repasando las notas que escribí en mi diario durante las primeras semanas, encontré una que me gustaría compartir.

 

DIARIO DE VOLUNTARIADO

En los primeros días, me sucedió algo pequeño, un detalle que me hizo cambiar la clave y que, en cierta medida, transformó mi actitud y el sentido de toda la experiencia. Yo, que había aterrizado con grandes expectativas, con la fantasía de resolver los problemas del mundo, nada más llegar, me vi frustrado, enclaustrado en el cuarto de una biblioteca, digitalizando y ordenando una colección de libros, siete mil, que habían sido reubicados allí a causa de la inundación.
Transcribo mi reflexión de entonces.
La primera semana me costó mucho. La habitación donde se guardan los libros es un asadero, con el techo de lata y tela aislante, un criadero de murciélagos. Solo hay un ventanuco pequeño con reja que no se abre. Si enciendo el ventilador es peor, porque apenas consuela y levanta una nube de polvo que al rato te acaba llenando la nariz de tierra. La mente se me ablandaba y enseguida me vence el aburrimiento, a veces incluso antes de empezar, a veces incluso en la casa duchándome antes de salir. Muchas veces me preguntaba: “David, ¿para esto has venido?”

Cambió el día en el que me sacaron del bucle. Las compañeras me pidieron que bajara un momento y les ayudara a limpiar el salón grande para una reunión que tendríamos después. Era mediodía y hacía mucho calor. Yo llenaba los cubos, baldeaba y cepillaba el agua y Belén [pseudónimo], una niña del barrio, de cinco o seis años, que andaba por allí y no quería estar sola, iba y venía del termo, cargaba el tereré con agua fresca, daba un sorbo y me lo traía donde estuviera. Después, al volver de nuevo a la biblioteca, traté de encontrar algún libro que pudiera gustarle. Es pequeña, igual no sabe leer todavía. Todos los libros son suyos, aquí los tiene para cuando aprenda. Esto me hizo pensar: ¿si todos estos libros son de Belén, de quién son todos estos libros?

libros artículo David IbáñezAhora los traigo del cuarto a la mesa de la sala grande y los limpio. Y lo hago sin prisa, sin desesperarme, tratando de caminar por la colección como un peregrino ruso, como pasando un komboskini de siete mil nudos. Siete mil leguas de viaje submarino. Cojo uno y me pregunto cada vez: David, ¿de quién es este libro? Miro la signatura y la escribo en la hoja de cálculo mientras respondo: Sr. Jesús, Mi planeta de Naranja Lima, de José Mauro de Vasconcelos, de la editorial Ateneo, te lo dejo en la estantería G, en la primera balda, con el número 9.1.35. Señor, Los viajes de Gulliver, de Graham Swift, edición de J. W. Clute, te lo dejo en la estantería F, en la primera balda, con el número 8.1.1. Señor, Café de artistas y otros papeles volanderos, de Camilo José Cela, un coleccionable de El Periódico, con el número 8.2.1277, te lo dejo en la cuarta balda de la estantería E.

Señor, Las nueve caras del corazón de Anita Nair, de Alfaguara, este lo tienes repetido, te lo dejo junto al otro en la segunda balda de la estantería D.
Así voy cargando mejor con la tarea, de libro en libro, sin librarme. Libro, libre, liebre, librado, libreado, libreando, liberado o atrapado como están atrapados por el amor los enamorados, siendo todo lo mismo. “Componer muchos libros es cosa de nunca acabar” (Ecl 12:12)”.

Allí donde nuestro Señor se encuentra ordinariamente, sin zarzas ardientes, ni columnas de fuego, ni transfiguraciones, ni estrella en el cielo, ni coro, ni ejército de ángeles, solo así, caminando con los más pequeños en sus dificultades diarias. La brisa de Elías.

Me gusta cómo lo explica Tagore en el n. 10 de su Ofrenda Lírica: “Quiero inclinarme ante ti, pero mi postración no llega nunca a la cima donde tus pies descansan entre los más pobres, los más humildes y perdidos. El orgullo no puede acercarse a ti, que caminas, con la ropa de los miserables, entre los más pobres, los más humildes y perdidos”.

 

David IbáñezDavid Ibáñez
Doctor en Educación por la Universidad de Murcia, actualmente trabaja como educador en un hogar de acogida con Menores Extranjeros No Acompañados. Su interés principal es la Educación Intercultural, especialmente la diversidad de las creencias religiosas en la escuela, tema de su tesis y en el que sigue investigando. Participa en la formación para el voluntariado misionero con Misioneros Dominicos-Selvas Amazónicas desde el 2018.

 

Artículo publicado originalmente en el Nº8 de la Revista Selvas Amazónicas “Laicado: Caminando juntos”