El voluntariado en nuestra “Querida Amazonía”
Aportes mutuos de la Misión y el voluntariado, por Fr. Roberto Ábalos, OP
La vocación del voluntariado laical ha dado abundantes frutos en las misiones amazónicas a lo largo de su historia y en la actualidad continúan enriqueciéndose en el aprendizaje mutuo.
QUÉ ENTENDEMOS POR VOLUNTARIO
El voluntario es una persona de buena voluntad, sensible a las carencias de muchas personas y países desposeídos, que generosa y desinteresadamente regala un tiempo de su vida, aportando su profesionalidad y valores para paliar esas injustas situaciones.
Esa persona se embarca en una “buena aventura”, no exenta de exigencias y riesgos, lanzándose a un estilo de vida apasionante, desconocido y providencial que proclama Jesús en su Evangelio: “como las aves del cielo y los lirios del campo”. No es necesario salir del propio país, ni siquiera del mismo lugar en que uno vive para ser voluntario. Hay muchos que acompañan enfermos, que forman asociaciones de ayuda, comedores populares, ollas comunes, catequistas, animadores culturales, etc.
BREVE HISTORIA DEL VOLUNTARIADO EN NUESTRA SELVA
En las selvas amazónicas del sur oriente peruano, los primeros voluntarios fueron los misioneros dominicos que comenzaron por explorar un territorio de 150.000 km2. Se dieron cuenta de que la Evangelización integral exigía sobre todo educación y salud, y con ellos llegaron lasmisioneras dominicas del Stmo. Rosario. Los religiosos y religiosas enseguida demandaron voluntariado para atender las muchas carencias de una población en extrema necesidad. Floreció la vocación del voluntariado laical y con ellas, sobre todo mujeres, se instituyó la RESSOP (Red Escolar del Sur Oriente Peruano) y el PISAP (Programa Integral de Salud en la Amazonía Peruana).
Muchos de estos voluntarios regalaron toda su vida al servicio de nuestras misiones amazónicas. Hubo matrimonios que pasaron una prolongada luna de miel y otras muchas lunas y no todas tan dulces entre nosotros. Otros matrimonios llegaron a celebrar sus bodas de oro durante muchos años en esta selva. Han sido doctores, enfermeras, maestros, ingenieros, mecánicos, carpinteros, electricistas, locutores, cineastas, albañiles, agricultores, abogados, estudiantes, pilotos aéreos...
Los primeros voluntarios laicos, mayoritariamente mujeres, han sido peruanos y de otros países de América Latina. Más adelante fueron llegando de España, en muchas de sus Provincias había asociaciones de voluntarias que enviaban su personal y útiles de todo tipo. Según el folleto escrito por Mons. Larrañeta, han sobrepasado el millar los voluntarios en nuestro Vicariato, en su mayoría laicas mujeres. Solo en Koribeni, desde los años de mi presencia, han pasado más de medio centenar. En la actualidad los voluntarios españoles son preparados y enviados desde Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas y Acción Verapaz de Madrid. Fruto del interés del Papa Francisco por su "Querida Amazonía”, ha nacido REIBA (Red Eclesial Intercultural Bilingüe Amazónica) que ha aportado varias voluntarias religiosas a nuestra misión de Koribeni en la comunidad matsigenka de Poyentimari.
QUÉ APORTA LA MISIÓN AL VOLUNTARIO
“Querida Amazonía” es una excelente guía para penetrar en la selva. Los sueños de Francisco son una provocación para el espíritu aventurero que debe tener todo voluntario. Son sueños que emergen de un conocimiento profundo de la realidad de la selva y sus moradores. Repasa los proyectos que se realizan con sus logros y fracasos. Exigen descalzarse para pisar una nueva cultura, con valores y contravalores que debemos tener en cuenta para el diálogo respetuoso con ese medio de belleza exuberante, pero frágil y en peligro de extinción por la avaricia que expulsa a los hijos de la selva de ese paraíso.
Un encuentro que exige unir esfuerzos y caminar juntos hacia un estilo de vida que nos renueva y en una celebración vital en la que todos somos ministros.
El voluntario, cuando se mete en la espesura biológica, psicológica y vital de la selva, recupera su auténtica vocación de ser humano, siente vibrar esa arpa dormida en el ángulo oscuro de una vida anodina y alejada de la naturalidad. Se siente vivo y rejuvenecido en todas las dimensiones del ser humano. Descubre lo tantas veces repetido, pero pocas veces encarnado: “que no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita si con ello vive feliz”; y que “quien más da, más tiene”
En expresiones de los mismos voluntarios, se recibe mucho más de lo que se da. Es el “ciento por uno” que proclamaba el gran Voluntario de Nazaret.
Y en esta cosmología, descubre a Dios de forma sensorial, a través de los cinco sentidos se le manifiesta un Dios que nos ha creado en armonía con todos los seres del cielo y de la tierra, como invitaba Jesús a sus discípulos a mirar las aves del cielo y los lirios del campo. Armonía que en la vida urbana y su actividad febril, es difícil de sentir y menos disfrutar.
El misionero muestra, como apasionado cicerone, toda la belleza que le rodea de la que está profundamente enamorado y da razones convincentes de este amor. Despliega orgulloso el libro de la selva ante el voluntario y le ayuda a ver, juzgar y actuar en la Misión encomendada. El misionero respecto al voluntario es como una Celestina, sin celos, que favorece el romance del voluntario con su querida Amazonía. Sigue el método de Jesús cuando alguien le pregunta cómo es su Misión: “Ven y sígueme” y siempre tendrá al misionero como guía.
QUÉ APORTA EL VOLUNTARIO A LA MISIÓN
Precisamos del carisma misionero del voluntario. Apenas tenemos vocaciones de religiosos. Son acogidos con alegría y esperanza por la Misión, no solo españoles, hoy precisamos sobre todo peruanos solidarios de sus propios paisanos más desposeídos, vista la urgente necesidad de apoyo en su desarrollo integral.
Por eso, al pedir por las vocaciones, pedimos por la vocación de servicio de todo cristiano y el carisma especial que ha recibido de Dios al servicio de toda la comunidad: políticos, abogados, doctores, agricultores, pastores, enfermeros, maestros, etc. Según la teología de Pablo: “acada uno se le ha repartido la gracia para el bien común”. Es bonita la pregunta que se hace a alguien que llega nuevo: “¿Cuál es su gracia?”. Se refieren al nombre, o mejor, a su identidad.
Para el misionero es muy importante sentirse acompañado, la soledad es uno de los mayores aguijones que sufre ante la ingente labor y la escasez de compañeros. La mies sigue siendo mucha y excede nuestras posibilidades y nos frustra no alcanzar a todos.
Para nosotros el voluntario es un misionero más que nos aporta su visión sobre nuestra labor, que adolece de contrastes. Una persona vocacionada que regala un tiempo de su vida y su profesión, convertida en ministerio, al servicio de una Misión. El voluntario es para nosotros un seminarista: una semilla, un germen, una vocación de servicio, una vez ha experimentado esta atracción nada fatal de la selva y sus criaturas. En Koribeni estamos orgullosos, porque dos de los voluntarios que tuvimos son hoy sacerdotes, uno dominico y el otro secular. Muchos de los que han pasado por nuestra misión Koribeni forman hoy parte, muy activa, del árbol genealógico de la Familia Dominicana.
El voluntario pronto se da cuenta de que no todo en la selva es paraíso, ni es oro todo lo que reluce. Desgraciadamente en la selva reluce demasiado el oro y otros metales y recursos preciosos que siguen atrayendo la avaricia de los desalmados. Esta retadora situación enciende en el voluntario la pasión por la selva y supone para el misionero una inyección de juventud, de ilusión, de pasión por la vida ante el deslumbre de todo lo que danza a su alrededor en todo su esplendor.
En la actualidad, y luego de más de cien años de nuestra presencia, es absolutamente necesario el “diezmo” por parte de aquellos que han sido beneficiados por la Misión y ojalá que la disposición fuera “voluntaria”. Hoy el matsigenka debe ser misionero, voluntario, entre su misma gente y asumir, con un proceso de formación, este ministerio ineludible para la vida, al estilo de Jesús, en su propia comunidad. La sinodalidad es un sueño si ellos no se comprometen.
Fray Roberto Ábalos Illa, OP
Natural de Los Arcos (Navarra). Religioso dominico formado en el Seminario Hispano-Americano de Misioneros Dominicos de Villava (Navarra), donde nació su vocación misionera y afición por la fotografía y el cine. Ha sido cofundador de la comunidad dominica campesina de Babilafuente (Salamanca), donde residió ocho años, antes de iniciar su andadura misionera en América. Primero, en Guatemala, permaneciendo en la Parroquia misionera de Rabinal (Baja Verapaz) y en Cahabón (Alta Verapaz), trabajando y conviviendo con las etnias achí y q’ueqchí. Posteriormente, en el 2002, residió varios meses en comunidades nativas de Chiapas, Bolivia y Panamá.Desde el año 2004 hasta la actualidad, trabaja en la Misión San José de Koribeni, en la Amazonía sur peruana, atendiendo pastoralmente las comunidades matsigenkas del Alto Urubamba.
Artículo publicado orginalmente en el Nº8 de la Revista Selvas Amazónicas: "Laicado, caminando juntos". Si te ha gustado el artículo, recuerda que puedes apoyar la labor de los misioneros dominicos suscribiéndote a nuestra revista.