La necesaria revolución de la ternura y el amor
En estos momentos de fraternidad imprescindible, conocer la situación de nuestra Misión de Montevideo (Uruguay) nos invita a seguir apoyando a las personas más vulnerables.
El efecto causado por la pandemia hasta ahora en Uruguay ha tenido una consecuencia menor en comparación con otros países latinoamericanos. La estrategia sanitaria de parte del gobierno y la reacción positiva y responsable de la población en general han sido claves para frenar y controlar la expansión del virus. Las opiniones y los mismos datos de la realidad que proliferan en los medios en estos días, nos indican una buena gestión de la pandemia, aunque hubo brotes del virus de forma aislada hasta ahora controlados.
Desde junio hemos retomado las clases en modo presencial, pero de forma escalonada a finales del mes de septiembre, cuando todos los alumnos volvieron a clases presenciales. En cuanto a la situación eclesiástica, también se han vuelto a retomar las actividades pastorales en todas las parroquias de Montevideo. En nuestras Parroquias hemos retomado casi todas las actividades con un estricto protocolo emitido por la Conferencia Episcopal Uruguaya (CEU). Además, se fueron retomando las actividades comerciales. Así mismo, se anunció que se retoman actividades y se reabren los comercios. Todo esto genera la sensación que lo peor ya pasó y estamos en recuperación gradual. Sin embargo, siempre hay que estar atentos en los cuidados sanitarios, especialmente en las fronteras con los países limítrofes.
La crisis económica causada por COVID-19, especialmente en los barrios pobres de Montevideo genera impotencia, dolor e incertidumbre. Si bien es una realidad la reactivación de casi todos los campos laborales, no obstante, muchas empresas, comercios y restaurantes permanecen cerrados y los que han abierto disminuyeron sus activos personales. Además, muchos perdieron sus trabajos, sobre todo, los sectores más vulnerables, las empleadas domésticas, los que trabajan en bares, supermercados, shopping y restaurantes.
En la zona de nuestra Parroquia Santísima Trinidad de Montevideo funcionaban aproximadamente 17 ollas, incluido los merenderos, los cuales repartían viandas a la gente, pero una vez que algunas personas volvieron a sus respectivos trabajos cesaron algunas ollas populares, hoy contamos con 6 ollas. La parroquia sigue con la ayuda desde que empezó la pandemia a dichas ollas y merenderos gracias a la colaboración y aportes de Selvas Amazónicas. Estas iniciativas no dependen directamente de nosotros como comunidad parroquial, sino que somos parte de un conjunto de proveedores, donde también colaboran colegios y personas solidarias.
Al principio se solidarizaron con nosotros varias parroquias vecinas, sin embargo, una vez retomaron sus respectivas actividades, fueron mermando considerablemente las ayudas. Así mismo, siguen colaborando con nosotros algunos colegios donde algunos frailes trabajamos impartiendo clases, además de otros servicios pastorales que prestamos, como por ejemplo el servicio de la capellanía.
Por otro lado, quiero subrayar la inmensa solidaridad de muchas personas de distintas comunidades de la parroquia y de aquellas de buena voluntad que independiente de sus creencias religiosas siguen ayudando, sea con víveres o con la preparación de las comidas.
Por nuestra parte, los frailes no estamos contando con los recursos económicos, porque ha disminuido mucho las colectas de las misas, pero gracias a la colaboración de Selvas Amazónicas seguiremos ayudando hasta donde nos permita la capacidad económica solidaria.
Finalmente, quiero manifestar nuestra gratitud y agradecimiento a toda la feligresía que colabora con el cumplimiento del protocolo para evitar en lo posible infecciones del virus en nuestras comunidades: señal de responsabilidad y cuidado entre nosotros. En términos de Walter Kasper las actitudes de responsabilidad y cuidado son una forma de vivir “la revolución de la ternura y el amor” muy particular en estos tiempos.
Gracias nuevamente Selvas Amazónicas por tanta solidaridad con nosotros; gracias a ustedes hemos podido ayudar y seguimos ayudando a muchos hermanos nuestros que realmente pasaron mal, y en caso de algunos siguen pasando mal porque se les han reducido considerablemente sus ingresos, y otros perdieron sus trabajos que hasta ahora no están pudiendo conseguir otro. ¡Muchas Gracias!
Fr. Felipe Lugen OP, Misión de Montevideo (Uruguay)