¡Muchas gracias, María Luz Pacheco!

El pasado 9 de junio nos reunimos en la Casa Hispania para homenajear a María Luz Pacheco por su jubilación. Durante más de 20 años ha sido la voz cariñosa y primera acogida de todas aquellas personas que se acercaban a apoyar la labor de los misioneros dominicos. En el trascurso del encuentro, al que asistió el Prior de la Provincia de Hispania, Fr. Jesús Díaz Sariego, compartimos momento de oración, canciones, reflexiones… y continuó con un ágape para compartir fraternalmente y celebrar la vida de la hermana que tan importante labor ha realizado en sus años de servicio. El Prior Provincial le hizo entrega de un precioso regalo, una escultura de Fr. Miguel Iribertegui.

Mariluz, damos gracias a Dios por el regalo de tu vida, tu tiempo y entrega a Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicasdurante todos estos años. Gracias por tu amor a las misiones, por ser luz que ilumina el camino. Eres una gran predicadora, con tu ejemplo y tus palabras, acercas a Dios a todo el que tiene la suerte de estar a tu lado.
Gracias por tu acogida cariñosa con todos los que pasan por aquí, tu paciencia, escucha y consejos con todos los que llaman por teléfono. Por bendecir y rezar por todos los que colaboran para hacer posible la misión.  
Gracias por ser una gran compañera, por estar tan pendiente de todos, por decir las cosas buenas y las que se pueden mejorar. Gracias por bendecirnos a todos con tu presencia, con tu sonrisa perenne y alegría contagiosa.  
Gracias por ser tan dominica, por ser luz que ilumina el camino, por contemplar y dar lo contemplado, acercas a Dios a todo el que tiene la suerte de estar a tu lado.
Gracias por tu amor a Dios y al evangelio, por hacerlo vida y transmitirlo con actos y también con palabras. Gracias por ser misión.

Queremos rezar contigo y por ti, dando gracias por todo lo que nos has dado, sabiendo que estás en las mejores manos, la de tu Virgen querida y del Padre Misericordioso.

Te quedas con nosotros, nos llevas en el corazón. Te vamos a echar mucho de menos, porque has dejado huella en nuestros corazones.

Ahora te toca descansar, cuidarte y seguir disfrutando de compartir la fe y la vida con todos los que te rodean. Te queremos.

Que los caminos se abran a tu encuentro,
que el sol brille sobre tu rostro,
que la lluvia caiga suave sobre tus campos,
que el viento sople siempre a tu espalda.

Que guardes en tu corazón con gratitud
el recuerdo precioso
de las cosas buenas de la vida.
Que todo don de Dios crezca en ti
y te ayude a llevar la alegría
a los corazones de cuantos amas.
Que tus ojos reflejen un brillo de amistad,
gracioso y generoso como el sol,
que sale entre las nubes
y calienta el mar tranquilo.
Que la fuerza de Dios te mantenga firme,
que los ojos de Dios te miren,
que los oídos de Dios te oigan,
que la Palabra de Dios te hable,
que la mano de Dios te proteja,
y que, hasta que volvamos a encontrarnos,
otro te tenga, y nos tenga a todos,
en la palma de su mano.