Ordenación presbiteral de Fr. Eleandro Pérez Acuña, OP, en la Habana

Por imposición de manos y oración consagratoria de Mons. Juan de la Caridad García, Arzobispo de La Habana, Fr. Eleandro Emilio Pérez Acuña, O.P fue incorporado el pasado sábado al orden de los presbíteros.

En el templo parroquial de San Juan Bautista y Santo Domingo de Guzmán se celebró la Eucaristía que congregó a frailes y monjas de la Orden de Predicadores, religiosos y religiosas de otras congregaciones, sacerdotes del clero habanero, familiares de fr. Eleandro y fieles de las comunidades atendidas por los dominicos, tanto de La Habana como de Trinidad. Además de un espléndido coro que animó la celebración.

Monseñor Juan empezó su homilía agradeciendo a la familia de Eleandro la entrega de su hijo como sacerdote, maestro y pastor de la Iglesia. Le pidió a Eleandro queleyera, estudiara, rezara, contemplara, hiciera vida y anunciara la Palabra de Dios. “Lo que has visto y oído, díselo a todos, te preceden muchos dominicos: Fray Bartolomé de las Casas, el Padre Pepe, Manuel Uña, Jesús Espeja… y te acompaña tu comunidad. Lleva a Cristo en tus entrañas y luz a los que no tienen esperanza."
 

Tras la homilía, Eleandro se comprometió a ser sacerdote del pueblo de Dios, predicar la Palabra, celebrar los sacramentos, encarnar la misericordia y orar sin desfallecer. Después se postró en oración mientras cantaron las letanías y le impusieron las manos el arzobispo y todos los sacerdotes presentes.

Fr. Jesús Díaz Sariego, OP, le revistió con la casulla sacerdotal, y Mons. Juan ungió sus manos con el santo crisma y le hizo entrega del cáliz y la patena y se fundieron en un abrazo de paz del nuevo sacerdote con todos los con celebrantes y algunos le besaron las manos y pasó a la mesa del altar a consagrar con todos el Pan y el Vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesús.
 
Al final Eleandro dio gracias a Dios por su Amor y su perdón, por acompañarlo en su camino, por amarle a pesar de todo. Dio gracias a su familia, a su mamá y a su papá que estuvo en espíritu desde el hospital, a su hermana y sus sobrinas, por la fe vivida y transmitida. Agradeció a la Orden de Predicadores por abrirle las puertas y dar cauce a su vocación para estudiar la Palabra, predicarla y vivirla y por enseñarles a caminar en la fe; se acordó de todos sus formadores y hermanos de comunidad que le habían llevado hasta allí. También agradeció la presencia de todos los que le acompañaron incluso sus alumnos del seminario con los que también aprende. Les pidió oración por él para hacer el bien y dedicar su vida a su servicio.
 
Al final, Eleandro entregó el Santo Crisma a su madre, para que cuando se encuentre con la Presencia Amorosa de Dios y le pregunte que ha hecho, ofrezca a su hijo sacerdote. Él y su familia se acercaron al arzobispo para recibir la bendición solemne.
 
En la primera misa Fr. Lester le recordó a Eleandro que la fuerza, la gracia y la capacidad viene de Dios, que es vasija de barro rebosante de Amor de Dios para regalárselo al pueblo de Dios, para ser sanación y consuelo de sus heridas y transmitirle esperanza y saciar su sed de Dios. Le interpeló a compartir el dolor y los pecados de todos, que escuche la voz de Dios a través del pueblo cubano y les recuerde que Dios sigue amando al mundo. Hay que tocar a Cristo sufriente en este pueblo, y que no se olvide de los más pequeños, los ancianos solos, los jóvenes, los presos…

 
Fotografías de Pedro Jesús Luque Román.