Algunas pistas para el compromiso con Laudato si’ desde las ONG católicas
Reflexiones y acciones desde la ecología integral planteada en la encíclica Laudato si’
Cómo abordar la Ecología Integral desde su relación entre el desarrollo sostenible con la espiritualidad. Prácticas de una nueva cosmovisión que integra la ecología de la vida cotidiana con la ecología sociocultural, la economía, la ecología natural y la espiritualidad, vividas desde la conversión personal, comunitaria y eclesial.
Desde 2015 venimos preguntándonos: ¿es a nosotros/as a quien se dirige la encíclica? ¿Debemos como ONG católicas dar una respuesta? ¿Nos concierne a la Iglesia este tema de la ecología, de lo “verde”? A estas alturas ya no hay dudas, nos debemos implicar como cristianos en el cuidado del medio ambiente y de nuestros hermanos empobrecidos (a ambos les podríamos aplicar el calificativo de “amenazados”) de forma simultánea, porque todo está enlazado. Nuestra fe nos lleva a ello porque incide en la base de todos nuestros actos: las convicciones, que son las que sostienen en el tiempo y en la hondura toda manifestación de compromiso: “Las convicciones de la fe ofrecen a los cristianos, y en parte también a otros creyentes, grandes motivaciones para el cuidado de la naturaleza y de los hermanos y hermanas más frágiles” (LS 64).
Una de las llamadas rotundas del Concilio Vaticano II fue que las alegrías y esperanzas, los dolores y las angustias de la gente de nuestro tiempo, especialmente los pobres y afligidos, eran las alegrías y esperanzas, los dolores y las angustias de los seguidores de Cristo (GS 1). Hoy tendríamos que añadir las alegrías, esperanzas, dolores y angustias de toda la creación.
Con Laudato si’(LS) hemos pasado, en la doctrina social de la Iglesia, desde una perspectiva social, a ampliarla en el actual enfoquesocioambiental. Los principios esenciales de la doctrina social de la Iglesia son: la dignidad de la persona humana (todo ser humano, independientemente de su raza, nación, sexo, origen, cultura o clase, es creado por Dios a Su imagen y llamado a la unión eterna con Él); el bien común (todo ser humano no puede encontrar la plenitud en sí mismo y que existe con los demás y para los demás).; el destino universal de los bienes y la propiedad privada (todos los bienes deben usarse para todos con respecto a una comprensión adecuada de la propiedad privada); los principios de subsidiariedad y solidaridad (principios inseparables. La solidaridad supera las desigualdades entre los seres humanos, mientras que la subsidiariedad es que la acción debe tomarse en el nivel más bajo, el nivel más cercano a las personas a las que la acción busca ayudar). Además, todos estos principios hablan de los valores humanos fundamentales, de la verdad, la libertad, la justicia y el amor. Todos ellos están tan interconectados y unidos que no se pueden leer por separado.
Por último, dado que los principios son universales, no se aplican a los católicos, sino a todos los seres humanos. Con LS ampliamos el foco de nuestro compromiso hasta toda la creación. Francisco llama a despertar en nosotros la conciencia sobre la destrucción que la humanidad está causando al medio ambiente y al prójimo. No solo el efecto del ser humano sobre el medio, sino también las muchas causas filosóficas, teológicas y culturales que amenazan las relaciones de la humanidad con la naturaleza y de los seres humanos entre sí, en diversas circunstancias. Todo está enlazado. Si tuviéramos que resumir LS en cuatro palabras utilizaríamos la regla mnemotécnica de las cuatro “ces”:
Conversión para el Cuidado de la Casa Común. “Conversión” supone hacer algo distinto de lo que era, de modo que para nosotros como ONG supone creer que otro mundo es posible, porque otras reglas económicas y ecológicas son posibles. También supone que hay un pecado ecológico, que requiere de una conversión ecológica porque “un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios (LS 8 y 9). Hay tres grandes rupturas en nuestro pecado ecológico: ruptura con el ser humano, ruptura contra los otros y ruptura contra Dios, los cuales a su vez se reflejan en tres evidencias: aumento de necesidad espiritual en nuestra sociedad, la dicotomía yo-los otros y la ruptura economía y ecología.
El “Cuidado” hace referencia a la responsabilidad ética ante el sufrimiento de otros seres humanos. Es la expresión de la compasión, la proximidad, la solidaridad con las personas que más sufren. Parte de considerar que “nada de lo humano nos es ajeno” (tal como Publio Terencio ponía en boca del personaje Cremes en su obra “El enemigo de sí mismo”, 165 aC) y menos en un mundo cada vez más conectado y cercano en el que nos sentimos próximos y prójimos a todas las personas y a la creación. Cuidado es cercanía, olvidarse de uno mismo, poner al que cuidas por encima de ti; cuidado es voluntariado, cariño, generosidad para construir un mundo donde todo hombre pueda vivir una vida plenamente humana y donde la solidaridad intrageneracional, norte-sur e intergeneracional, con nuestros hijos e hijas, les deje un mundo sostenible.
“Casa” viene de la palabra griega “oikos” de la cual derivan términos como economía y ecología, que etimológicamente significan administración de la casa y conocimiento de la casa. Ojalá pudiéramos cohesionar vocablos como “crecimiento” y “PIB”, típicamente económicos, con otros como “sistema de relaciones en equilibrio” y “mundo finito”, típicamente ecológicos. Una economía sin crecimiento es una aberración para un economista, pero un crecimiento sostenido en un mundo de recursos limitados es una aberración para un ecologista (citando a Tim Jackson en “Prosperity without growth”). Deberíamos intentar conciliar economía y ecología utilizando modelos como el de Decrecimiento (disminución del consumo y la producción para así cuidar el cambio climático, la naturaleza y los propios seres humanos) o el Buen Vivir tal como se entiende desde los pueblos originarios andinos y amazónicos, que pretenden reconsiderar la prosperidad, el éxito y el desarrollo desde lo que ahora conocemos como tales, proponiendo otros sistemas de medida, como la Felicidad Interior Bruta (considera dimensiones como bienestar psicológico, uso del tiempo, vitalidad de la comunidad, cultura, salud, educación, diversidad medioambiental, nivel de vida, gobierno) o el Bienestar económico sostenible. Al final todo radica en qué consideramos necesidad y qué es lo superfluo, en definitiva, una cuestión moral, que se puede educar. Necesidad, es una fuerza interior que nos lleva al bienestar físico, emocional y espiritual, siendo ese bienestar básico definido por necesidades tan simples como alimentación, techo, valoración, respeto, libertad, honestidad y armonía.
“Común”, la cuarta de las “ces”, hace referencia a lo que es de todos y que nadie debe apropiarse particularmente: son los bienes de la Tierra, lo común en ecología pertenece a todo el ecosistema. La solidaridad es definida por Juan Pablo II como “la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos” (SRS 38).
¿Pero cómo concretar todo esto en una ONG católica?Podemos abordar laEcología Integral,definición central de la encíclica, como una ampliación del concepto de desarrollo sostenible (que unía lo ambiental, lo social y lo económico) con la espiritualidad. De esa manera, uniríamos la ecología de la vida cotidiana con la ecología cultural, la social, la economía, la ecología natural y la espiritualidad en un todo, que conformaría una nueva cosmovisión.Esta ecología integral la vamos a concretar en tres aspectos: la conversión personal, comunitaria y eclesial.CONVERSIÓN PERSONAL
Partimos de una llamada que nos hace nuestra casa común: la huella ecológica, la superficie necesaria para producir los recursos consumidos por cada habitante del planeta para absorber los residuos que generamos. La huella media mundial es de 2,85 hectáreas/persona (ha/p), si lo multiplicamos por toda la población mundial resulta que necesitamos 1,6 planetas para sostener nuestra humanidad. Eso viviendo como un ciudadano medio de la Tierra, pues si toda la humanidad viviera como un español promedio necesitaríamos 2,1 planetas y si todos viviéramos como un estadounidense promedio, 4,8 planetas. Está claro que estamos dilapidando los recursos de futuras generaciones de forma insostenible.
Ante ese toque de atención, tenemos una propuesta: apostar por otro estilo de vida, lejos del mercado feroz, del consumismo compulsivo (LS 203 y 204), del individualismo egoísta. Tenemos en nuestras manos el poder como consumidores, siendo conscientes de que “toda compra es siempre un acto moral y no solo económico (LS 206)”. “La ecología integral está hecha de pequeños gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento y del egoísmo (LS 230)”. Podemos pensar que estos pequeños gestos individuales no van a hacer nada contra los grandes problemas mundiales, pero reflexionemos en sus valores: coherencia, pedagógico, simbólico y político; y sobre todo: “no hay que pensar que esos esfuerzos no van a cambiar el mundo. Esas acciones derraman un bien en la sociedad que siempre produce frutos más allá de lo que se pueda constatar, porque provocan en el seno de esta tierra un bien que siempre tiende a difundirse, a veces invisiblemente” (LS 212).
Estos gestos nos llevan a unas actitudes de gratitud y gratuidad, dando lo que hemos recibido, con simplicidad, que enlaza con un espíritu contemplativo y con la sobriedad de ser feliz con lo poco, porque menos, es más. De igual modo, los pequeños gestos de la vida nos dan paz interior, que tiene mucho que ver con la naturaleza, con un estilo de vida equilibrado, recuperando la serena armonía con la creación. Finalmente, nos llevan a la fraternidad porque nos indican la necesidad que tenemos los unos de los otros y de todo lo creado, todo está enlazado.
Por concretar aún más, un ejemplo sería el consumo de agua, conscientes de que es un recurso renovable pero escaso, aunque la mayoría de nosotros tengamos toda la que deseemos al abrir un grifo. Cerrar esos grifos cuando no sea esencial, no malgastarla en duchas largas innecesarias, no usar el inodoro como papelera y todos los gestos de ahorro que conocemos. De igual modo podríamos empezar a consumir productos de comercio justo, quizá en comida lo tengamos más claro, pero... ¿Y la ropa de algodón que viene de Bangladés, por ejemplo?, ¿estamos seguros de que la cadena de suministro de esa camiseta barata que compramos ha respetado estándares de derechos humanos y respeto ecológico?
CONVERSIÓN COMUNITARIA
Somos la primera generación que puede acabar con el hambre en el mundo y la última que puede acabar con el cambio climático. Somos una generación privilegiada, que tiene en sus manos un cambio de época, no una simple época de cambio. Nuestra casa común nos está dando un toque de atención con el modelo de desarrollo que hemos creado, el cual es para unos pocos, es desigual y crea patologías. Eso que llamamos progreso no es tal, porque genera una brecha económica intrageneracional norte-sur (no solo como polos geográficos, sino también sociológicos) y crea una deuda intergeneracional de insostenibilidad ecológica. El 1% de la población mundial posee tanto como el 99 % restante, del mismo modo que el 1 % más rico de la población mundial ha sido responsable de más del doble de la contaminación por carbono que los 3.100 millones de personas que conforman la mitad más pobre de la humanidad (Oxfam Intermon y Creditt Suisse. https://www.bbc.com/mundo/noticias-42776299). Es decir, si repartimos la tarta de la riqueza mundial en dos partes, una de ellas se la lleva solamente el 1% de la población mundial. Estas dos realidades coexisten juntas, los suburbios crecen al lado de los resorts y la inmigración de refugiados económicos vive en las naciones ricas. El desarrollo no puede ser simple crecimiento, como ya decía Pablo VI en “Populorum progressio”, debe incluir a todos los hombres y a todo el hombre, es decir a todas sus facetas, debe ser integral. La Tierra nos es prestada durante el tiempo en que vivimos cada uno, no podemos apropiárnosla con criterios utilitaristas o cortoplacistas.
Tenemos una propuesta, la Ecología Integral, que incluye aparte de lo ambiental y lo social, lo espiritual: un nuevo paradigma de justicia y un nuevo lugar del ser humano en el mundo. Ni antropocentrismo, ni panteísmo. El ser humano tiene las herramientas intelectuales, sociales y como civilización, para ser el administrador de la creación, pero no su dueño y señor. A problemas sociales se responde con redes comunitarias, no con la mera suma de bienes individuales: “Las exigencias de esta tarea van a ser tan enormes, que no hay forma de satisfacerlas con las posibilidades de la iniciativa individual y de la unión de particulares formados en el individualismo. Se requerirán una reunión de fuerzas y una unidad de realización” (LS 219).
Algunos ejemplos de conversión comunitaria estarían en la gestión ambiental mediante la Regla de las tres “erres”: Reducir, reutilizar y reciclar, que hay que aplicar en ese orden siempre. Sobre todo, reducir basuras, reducir el consumo de plásticos y de papel,
lo que Francisco llama problemas ligados a la cultura del descarte, tanto de seres humanos como de cosas. Romper la lógica del usar y tirar. A lo que aquí podríamos añadir, todo lo referente a aparatos electrónicos y electrodomésticos con la obsolescencia programada y percibida. Recientemente, se han añadido otras erres como recuperar y reparar. Además, podríamos sugerir más propuestas de cambio comunitario, en actividades pastorales y educativas, relacionadas con la Ecología Integral: jornadas de estudio de LS en grupos, meditación sobre pasajes de la creación, oraciones por la creación, celebración orante del Día de los Derechos Humanos (10-D), o el Día del Medio Ambiente (5-J), apoyar y celebrar el Tiempo de la Creación (1-S al 4-O) o la Semana LS, crear currículos LS en colegios, o formar el Consejo de Ecología Integral en las parroquias.No quisiera terminar los cambios comunitarios sin hacer mención al tema de la energía, no solo abogando por la conversión de la energía fósil en energías limpias mediante la desinversión, sino incidiendo otra vez en el tema del ahorro. La energía más barata es la que no
se usa, es decir la que se ahorra; por ejemplo: en calefacción, utilizando de forma consciente los programadores y termostatos; en transporte, ahorrando en viajes sobre todo de avión o eligiendo el transporte público en vez del privado siempre que podamos; o en iluminación, no solamente empleando las luces led, si no haciendo uso de la luz natural y evitando la sobre-iluminación.CONVERSIÓN ECLESIAL
¿Cuál podría ser el aldabonazo que nos haga despertar en esta conversión hacia dentro de nuestra Iglesia? Creo que sería el actuar juntos y junto a otros: terminar con la era de la Iglesia ensimismada y cerrada al mundo, atomizada y con miedo a abrirse. En este tema lo primero es actuar junto a la ciencia, asumir los consensos científicos, como pueden ser el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC). También ser humildes y conscientes de que, en la cuestión de ecología natural, llevamos muchos años de retraso respecto a otras organizaciones y sectores sociales. Hemos de reseñar aparte que el ecumenismo es obligado aquí, conscientes de aportaciones de Iglesias más adelantadas como la ortodoxa. Incluso, el diálogo interreligioso es más que una necesidad, una condición preliminar en un asunto mundial de consecuencias panorámicas a nivel económico, social y político.
Tenemos una propuesta que ya camina en la Iglesia española: “Enlázate por la Justicia”. Cáritas, CONFER, CEDIS, Justicia y paz, Manos Unidas y REDES caminamos unidos desde hace unos años intentando reflexionar, formarnos y actuar en los puntos que nos conciernen, pero que hemos concretado en la parte de Justicia y Ecología Integral. Primero fueron algunas vigilias, encuentros, acciones de calle un tanto tímidas, para conseguir liderar una estrategia conjunta de presencia pública, orientada a dar voz a un modelo alternativo de desarrollo, en el que las personas empobrecidas sean las protagonistas. El caminar juntos nos abrió a una profunda conexión entre la encíclica LS y el trabajo que realizamos en el ámbito de la cooperación al desarrollo. Se eligió la campaña “Si cuidas el planeta, combates la pobreza SCPCP”, entre 2016 y 2021, como ámbito de trabajo común que se amplió con la orientación que, respecto a la economía y la fraternidad mundial, nos llegó con la encíclica Fratelli Tutti.
Para finalizar, me gustaría destacar que la campaña SCPCP intentó contribuir a la transformación del actual modelo de desarrollo injusto, insolidario e insostenible, orientando a la construcción de una ciudadanía global y solidaria, consciente de la necesidad del cuidado del planeta y dispuesta al cambio de hábitos de consumo y prioridades centradas en “el tener”.
DECÁLOGO VERDE1. Apoyarás la causa de los pobres.
2. Redescubrirás el valor de la simplicidad en tu propia vida.
3. Valorarás la importancia de tus comportamientos cotidianos.
4. Apreciarás la diversidad de nuestro mundo.
5. Animarás una conversión personal, eclesial y comunitaria.
6. Impulsarás las decisiones necesarias, aunque sean costosas.
7. No supeditarás tu acción a los intereses económicos.
8. Bucearás en tu propia tradición espiritual.
9. Asumirás los consensos científicos.
10. Superarás el paradigma tecnocrático.Sigamos haciendo presente y futuro, en este caminar juntos y juntas en el compromiso con la Conversión Ecológica.
José Luis Gutiérrez Berrendero
Laico carmelita licenciado en Biología
BIOGRAFÍALicenciado en Biología y profesor de Biología y Geología en el IES Sierra de Guadarrama en Madrid, en el que es el Jefe del Departamento. Su trayectoria docente abarca mas de 30 años. Ha trabajado para la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid como responsable de la formación del profesorado en el área de Ciencia y Tecnología durante 6 años. Laico carmelita y padre de familia con dos hijos. Ha sido voluntario en Venezuela y Colombia. Socio fundador de la ONGD KARIT, Solidarios por la Paz, en la actualidad es Vicepresidente de su Junta Directiva Nacional. Pertenece al grupo de Incidencia Política de la Red de Entidades para Desarrollo Solidario (REDES) desde 2005, siendo responsable del área de Formación. Forma parte de los grupos de trabajo de la Campaña “Enlázate por la Justicia” y en concreto del de “Ecología Integral” de la Conferencia Episcopal Española. Es miembro de la Comisión Internacional de JPIC de la Orden del Carmen.
¿Conoces el Huerto Hermana Tierra? Descúbrelo en nuestro blog