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Presencia de la Familia Dominicana en la COP25 Chile-Madrid: “Es tiempo de actuar”

Compartimos el primero de los informes de la Oficina de Dominicos por la Justicia y la Paz de Ginebra sobre la presencia de la Familia Dominicana en la COP25 Madrid-Chile

Cuando la Familia Dominicana de Madrid tuvo noticia del cambio de sede de la COP25 de Santiago de Chile a nuestra ciudad, nos pusimos a trabajar coordinados con la Oficina de Dominicos por la Justicia y la Paz de Ginebra. En un tiempo récord logramos organizar un programa de actividades paralelas que se sumaban al extenso programa de actividades organizadas durante la COP25, tanto en la sede deIFEMA como en la Cumbre Social que comendó el 6 de diciembre en la Complutense como en otros lugares de la ciudad.


La coordinación con nuestra oficina ante Naciones Unidas nos permitió integrar como participantes acreditados en la COP25, junto a Laurance Baltner, trabajadora en la Oficina de Ginebra y a sor Cecilia Espenilla, Coordinadora de las Hermanas Dominicas Internacional-Justicia y Paz y residente en Santa Sabina (Roma), a representantes de algunas entidades de FD relacionadas con la promoción de derechos humanos, justicia y paz, justicia climática, etc... tales como el Secretariado de FD-España, la ONG Acción Verapaz, el Observatorio de Derechos Humanos Samba Martine y Selvas Amazónicas.

En total 8 miembros de la FD hemos podido hacer una experiencia, nueva para muchos, en un foro internacional que con sus luces y contradicciones, nos ha permitido asomarnos a los engranajes de la política y la diplomacia cuyos resultados al final de la Conferencia, finalmente han venido a confirmar la sensación de bloqueo y poco optimismo que presidía la apertura de la COP25. Una COP que nunca debió de haberse celebrado fuera de Santiago de Chile por las conexiones y expectativas del tejido social latinoamericano que veían en la celebración del evento en aquel continente hermano una ocasión para dar más voz y visibilidad a las demandas sociales de las colectivos empobrecidos, pueblos originarios, etc..

 

 ¿De qué hemos sido testigos durante estas dos semanas?

Del encuentro interreligioso organizado por varias entidades confesionales, entre ellas Dominicos por la Justicia y la Paz que tuvo lugar el domingo 1 de diciembre en la sede de la Iglesia Evangélica Española. Un taller sobre la esperanza y la acción, la aportación de las diferentes tradiciones religiosas a la corresponsabilidad en el cuidado de la creación, de compartir profundo en la diversidad.

Estas mismas entidades organizaron conjuntamente otro Taller sobe vínculos entre Derechos Humanos y Cambio Climático el martes 10 de diciembre, en el que aprendimos y continuamos profundizando sobre el tema. Ese mismo día la Familia Dominicana se convocó a orar en O-Lumen junto a la exposición Violencias Silenciadas, por el cuidado de la Casa Común, y allí llevamos a la oración lo que en la calle fue un grito compartido por miles y miles de personas y entidades venidas de todas partes del mundo que confluyeron el viernes 6 de diciembre en la Marcha contra el cambio climático.
O mejor dicho, en la marcha a favor de cambios en nuestros modos de vida, de políticas y medidas reales que contribuyan a detener el calentamiento global, la sobreexplotación y contaminación de nuestros ecosistemas. 

Nuestra presencia en estos y otros eventos de la COP25 nos confirmó en la afirmación recogida por Laudato Sí, cuando sostiene que en nuestro mundo “Todo está conectado”. Durante nuestra participación en eventos paralelos o culturales de diversa índole celebrados dentro de IFEMA (sede de la COP25) en la zona verde de la ONGs o en zona azul más oficial, junto a donde negociaban las delegaciones oficiales, veníamos a confirmar esta realidad. Por todas partes la humanidad enfrenta desafíos semejantes conectados entre sí.


“Es tiempo de actuar”. Y sin embargo los Estados representados en la COP25 no han pasado de las palabras a las acciones, si exceptuamos algunos intentos de la Unión Europea y otros pocos países, donde han quedado fuera justamente aquellos que más contaminan.



En parte se ha defraudado la esperanza de la gente, cuando parece haberse conseguido todavía poco ante el gran reto de evitar el calentamiento global, las reducciones de emisiones, la reparación de los daños, la solidaridad entre países más o menos empobrecidos... ahora la mirada está puesta en la continuidad de la lucha ciudadana en cada barrio, ciudad, país, región, continente, y en la próxima COP26 en Glasgow.
Cada vez queda menos tiempo para abordar uno de los mayores desafíos de la humanidad relacionado con otros desafíos desestabilizadores de la dignidad y la convivencia en tantas partes del único planeta que tenemos (sequías, desastres naturales, guerras, desplazamientos forzosos, migraciones, enfermedades...etc).

Como Familia Dominicana vamos aprendiendo a organizarnos y a estar presentes en la incidencia social y política como consecuencia de un modo profético de ser Iglesia al servicio del mudo y del cuidado de la Casa Común. Es tiempo de actuar. De informarse, de orar, concienciarse con buena información, de profundizar en las enseñanzas de Laudato Si ´, comprometerse desde lo pequeño hasta lo más institucional, de abrazar la “conversión ecológica” a la que somos convocados, una conversión integral que asuma el derecho de las generaciones más jóvenes y de los empobrecidos, los derechos y responsabilidades de todas y todos en la construcción de un futuro en dignidad, sostenibilidad para el que es preciso dejarse cuestionar. Es tiempo de actuar. Actuemos.

Esta fue también la invitación a la que nos envió la Iglesia de Madrid reunida junto al Movimiento Católico por el Clima y otras entidades católicas durante la eucaristía con motivo de la COP25 celebrada el domingo 8 de diciembre, junto a participantes en el Sínodo Especial para la Amazonía en la que también participamos. La Iglesia en la Amazonía y en otros lugares busca nuevos caminos, caminos de conversión para los que continuamos solicitando la oración de las monjas que desde sus monasterios sostuvieron durante la COP25 y sostienen, nuestros pasos en este ámbito de vida y misión dominicanas relacionadas con la justicia, la paz y el cuidado de la Creación. Todo está conectado. Es tiempo de actuar.