Construcción de la Iglesia local

La Provincia de Hispania, desde su profunda vocación misionera, mantiene el compromiso firme y decidido en la construcción de la Iglesia local allí donde esté en ámbitos culturales bien distintos a los europeos. Se inspira, para ello, en la convicción de fe que los dominicos y las dominicas profesamos. La experiencia de un Dios que apuesta por la vida y la dignidad de todos los pueblos de la tierra nos sostiene y alienta en el compromiso misionero. Jesucristo va siempre por delante de nosotros, descubriendo nuevos mundos en los que ha de realizarse también la historia de la salvación. No tenemos otras riquezas, ni otro talento, ni otra promesa de bienaventuranza, sino aquella que hemos recibido del Señor.

Esta convicción nos impulsa a recorrer el mundo entero predicando a todos los hombres el Evangelio de Jesús, porque Dios estará allí, donde el hombre vaya construyendo, día a día, su propia historia con la dignidad que le es propia.

Así lo comprendieron los varones y mujeres que nos han precedido en la vocación misionera. Siguen siendo referentes para nosotros Antón Montesino, cuando nos hizo ver otra forma de contemplar los desafíos de las nuevas culturas; Bartolomé de Las Casas, incansable defensor de los derechos de los pueblos originarios; Pedro de Córdoba, y su conocido catecismo, ejemplo de adaptación a la mentalidad de los nuevos rostros humanos hallados; Jerónimo de Loaysa, Tomás de San Martín, Juan de Arguinao…, que fueron ejemplo de obispos misioneros; Domingo de Santo Tomás, autor de las primeras gramáticas en lenguas indígenas. Y tantos y tantos otros, hermanas y hermanos dominicos, que llevaron hasta las nuevas tierras de América y de África la buena noticia de la salvación.

Esta tradición misionera continúa en la actualidad. Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas la apoya y sostiene. Al igual que antaño, los misioneros actuales siguen construyendo Iglesia local allí donde una comunidad de hermanos y hermanas tenga lugar. Procuran, desde el estudio, la misericordia y la vida fraterna, siguiendo el carisma de Domingo, hogares para los más pobres; formación humana y religiosa para los más necesitados; defensa de los derechos humanos allá donde se vulneren; cuidado solidario de las necesidades más básicas. Siguen siendo la voz de Dios para la humanidad al recordarnos a todos que el valor incuestionable de lo humano sigue interpelando a nuestras conciencias.

Seguimos apoyando la consolidación de la Iglesia local en el Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado, en la Selva Amazónica del Perú y reforzando a las Iglesias locales insertas en Cuba, Guinea Ecuatorial, Uruguay, Paraguay y República Dominicana. Este acompañamiento se alimenta de la convicción que en su día expresara un gran misionero y antropólogo del siglo XX en la Amazonía peruana, fr. Ricardo Álvarez Lobo: “No es de la esencia del misionero el hacer proselitismo para engrosar el número de los adeptos de la Iglesia. Los misioneros no fueron enviados a América o África a hacer prosélitos. Más allá del concepto de zona, de grupo, de indio, de blanco, de Iglesia, con la presencia de los misioneros se despertaron los valores de humanidad, de hermandad, de derechos, de deberes, de fines”.

Mi agradecimiento sincero a tantos y tantos misioneros, mujeres y varones, que saben dejar lo mejor de sí mismos en favor de la Iglesia local que construyen en otros lugares y culturas. En el día a día, con su generosa entrega y testimonio, son un estímulo para todos nosotros.

Fr. Jesús Díaz Sariego, OP. 
Prior Provincial de los Dominicos de la Prov. de Hispania