Ser voz de los sin voz

Patricia Rosety - Domingo 19/10/2014

Son diferentes. Son distintos. Y siempre los ponemos como ejemplo. Hablamos de ellos en casos puntuales, pero están siempre. Lo que nos cuentan los misioneros nos parece atractivo. Lo vemos lejano, aunque cada vez menos. Reportaje y fotografías de Patricia Rosety.

Y no tienen nada seguro, nada fijo. Llevan una vida de entrega total y obediencia. Y vuelven a empezar siempre que haga falta, dispuestos a trasladarse al lugar que sea para estar cerca de los que no tienen nada, o muy poco.

Este verano tuve la suerte de estar con ellos, como voluntaria, en mi mes de vacaciones. Estuve con los Dominicos, en Perú, en la selva amazónica, en la Misión de San José de Koribeni. Y pude acompañar al Padre Roberto Ábalos, responsable de la misión, a varias comunidades indígenas, comunidades machiguengas.

Los caminos para llegar no son fáciles. Varias horas en coche y otras tantas caminando por la selva. Caminos espectaculares y sorprendentes, caminos que la propia naturaleza cambia. Pero nada imposible, dice Roberto Ábalos, que los conoce muy bien. Los obstáculos se pueden salvar, asegura el misionero dominico. A veces se necesita ayuda de los machiguengas, que salen a tu encuentro. Y lo pudimos ver en cada viaje a cada comunidad. Con qué agilidad caminan por la selva, con sandalias o descalzos mientras nosotros lo hacemos con nuestras botas de senderismo.

Fue especial la llegada a Inkorene, una comunidad alejada en todos los sentidos, pero un lugar precioso del Alto Urubamba. Tuvimos que atravesar el río en balsa, algo que nos pareció hasta divertido. La otra opción era cruzar a nado. Sin duda, la balsa era la mejor opción. Uno a uno con el nativo. Allí nos recibieron casi con una fiesta. Era lógico, llegaba el Padre Roberto Ábalos, que es la única persona que va a verles. Y en este caso con voluntarios, que pudimos ocuparnos de los niños y jóvenes, mientras él se ocupaba de intentar solucionar los problemas de la comunidad con los adultos. Y pude entrevistar a alguno de ellos. Además, el misionero predica y celebra una misa de una forma muy cercana a los machiguengas.

Sería conveniente que mucha gente conociera este estilo de vida para darse cuenta de que se puede vivir de otra manera, dice Roberto Ábalos, de una forma más natural. Ni tanto como nosotros, ni tan poco como ellos.

Tenemos una idea de la vida de los misioneros, pero cuando se ve de cerca es de otra manera, y te das cuenta de lo grandes que son. Generosidad, energía, fuerza, vitalidad… pero también dificultades y soledad. Y necesitan sentirse acompañados. Esta experiencia es un privilegio. Convivir, compartir, escuchar…y sobre todo, conocerlos a ellos.

Leer más: http://www.cope.es/detalle/-LA-VOZ-DE-LOS-SIN-VOZ.html