Visita de Antonio Bendito, misionero dominico en Trinidad, Cuba
Hoy ha venido a compartirnos su experiencia Bendito, que acaba de celebrar sus 62 años de sacerdocio y ha estado de misionero en Venezuela, el Congo y ahora en Cuba
Cuando acabó sus estudios, empezó a formar un grupo misionero con otros frailes dominicos, con la intención de irse a África, pero la providencia le mandó a Venezuela. Allí estuvo 4 años dando clases y acompañando a grupos.
Del año 66 al 85 estuvo en el Congo, donde hizo de todo en la Parroquia y en la selva. Nos compartía una de sus experiencias más duras, hubo una epidemia de disentería, y una hermana española consiguió medicamentos para cortar las diarreas y construyeron fuentes para poder beber agua limpia y salvaron muchas vidas.
Cuando le hemos preguntado por la situación de Cuba, donde desde Misioneros Dominicos - Selvas Amazónicas colaboramos con muchos proyectos, nos decía que hay carencia de todo, la política del país es no importar nada del extranjero porque no hay dinero, la economía está pasando por muy mal momento ya que el turismo ha bajado mucho con la pandemia, no hay medicamentos (hasta para operarte tienes que llevar los guantes, el hilo y los apósitos…), no hay petróleo para los coches (de hecho tuvo que ir de Trinidad a la Habana en taxi colectivo, ya que no tenía petróleo para el suyo y sólo hay dos autobuses a la semana y tenía el número 160 de la lista de espera) y también hay escasez de alimentos, (ahora en la Habana no había ni arroz, ni azúcar), y cuando se consiguen es a precios muy elevados. Es una situación muy agobiante, el pueblo cubano está sufriendo mucho, es una supervivencia, cada día es un milagro.
Ante esta situación de tanta necesidad, nos preguntábamos, ¿de dónde saca la fuerza cada día para acompañar y alentar a la comunidad? La contestación Antonio la tiene muy clara, Dios da la fuerza para continuar e ir saliendo adelante. Somos todos sus Hijos, y cuando acudimos a Él con fe y confianza, siempre provee. Nos compartía un texto de Dagoberto Valdéz Hernández, del que destacamos estas dos frases: “Asumir la cruz debe tener en nuestra vida un sentido y un fin. Cuba crucificada, resucitará”.
Y para acabar una parte de un escrito de Sor Nadiezka Almeida (superiora Hijas de la Caridad en Cuba) alzando la voz, buscando la vida digna que se merecen los cubanos:
“No nos merecemos esto. No podemos seguir acostumbrándonos a lo mal hecho, a que nadie es responsable, a que esto es lo que nos tocó, a que esto no tiene cambio ni habrá quién lo cambie, lo cual es peor aún. No, no podemos seguir dejando que el tiempo pase sin expresar una y otra vez que esto no es lo normal. No es normal que la vida a este pueblo se le esté yendo en las colas buscando qué poner en la mesa. No es normal vivir con tediosos y largos apagones en los que se echan a perder los escasos alimentos que se compran, no se puede descansar y, aun así, al día siguiente hay que volver a empezar… No nos merecemos esto. Y no hablo de lujos, hablo de lo que es normal, de lo que es alcanzable. Tenemos todo el derecho a vivir bien, que este sea un lugar en el que cada trabajador, con el salario que perciba como fruto del sudor de su frente y el esfuerzo de sus brazos, pueda vivir dignamente y mantener a su familia.”