Vivencia de la ecología integral en las misiones amazónicas
Aplicación pastoral de la Laudato si’ en un contexto indigenista. Por Fr. Roberto Ábalos, OP, en la Revista Selvas Amazónicas Nº5 Cuidado de la casa común
Nuestra pastoral se orienta al reconocimiento, valoración, disfrute, agradecimiento, conversión, defensa y transmisión de la exuberante obra creadora del soplo de Dios o “Tasorintsi” en todas las criaturas que pueblan este ambiente amazónico y las huellas que han dejado en nosotros nuestros ancestros, en su estilo de vida y valores, en interrelación armónica, gozando del buen vivir, cobijados en la casa común y protegiéndola de las graves amenazas que la acechan.
Los misioneros llevamos más de cien años en este rincón de la amazonía en el sur oriente peruano. Fuimos llamados ante la situación de invasión, despojo, violencia y muerte que trajo la fiebre del caucho. Siguió la fiebre del oro, de la madera, del petróleo y más recientemente el gas de Kamishea en nuestro río Urubamba; la selva y todas sus criaturas están más amenazadas que nunca en su tierra, estilo de vida, valores y creencias. Se acentúa el clamor de la selva y sus criaturas.
Saludamos el interés del Papa Francisco con su admiración y preocupación por los hijos de la selva. Voy a seguir el planteamiento de su encíclica Laudato si’ en el capítulo cuarto, que bajo el título de “Ecología Integral”, expone en sus cinco apartados la diversidad de nuestra acción pastoral.
ECOLOGÍA AMBIENTAL, ECONÓMICA Y SOCIAL
No hace demasiado, los hijos de la selva convivían con muchos de los animales silvestres como si fueran domésticos. Todavía hoy muchos llevan con ellos monos, okatis, sajinitos, loros y otras múltiples aves; y adornan sus cuellos, muñecas y tobillos con restos óseos, semillas y plumajes como amuletos. Las aguas eran transparentes y las montañas pobladas de árboles de toda especie que favorecían un estilo de vida tranquilo que facilitaba la contemplación y avivaba los cinco sentidos, ávidos de explorar el sacramento de la selva viva. Se preparaba la chacra procurando no herir en demasía la madre tierra para que, con su permiso, les regalara lo suficiente para vivir e intercambiar con el vecino y luego la dejaban descansar para que pudiera regenerarse.
Este primer apartado lo resume muy bien el calendario agrofestivo y ritual de las comunidades nativas, del que colaboramos en su elaboración. Asimismo, participamos en la redacción, a través de asambleas comunitarias, del estatuto y plan de vida de nuestras comunidades.
Pero entraron las máquinas, violaron la tierra, metieron en ella una gigantesca e interminable anaconda que escupe y revienta veneno en
ríos y montañas y con la plata de su cánon, envenena también las vidas y sus relaciones. La selva reaccionó a las proclamas del máximo representante de la nación que maldecía de los naturales como “perros del hortelano”, se alzó una huelga en todos nuestros ríos y se escuchó el malestar de nuestras gentes que le decían: “Señor gobierno, no somos animales para que nos vendas, somos cristianos, somos humanos. Así como usted es humano, así igualito somos nosotros. Señor gobierno, nos tienes que entender, porque muchas veces los estudiosos, los grandes capitalistas, nosotros, dicen, somos ‘esturbo’ del desarrollo de un país, pero no es así, es al revés. Por nosotros hay oxígenos, nos tienes que decir: gracias a los pueblos indígenas de la amazonía peruana, tenemos oxígenos. Yo sé que usted vive en Lima, pero está respirando por nosotros”.
Con el gas vino la plata y de su cánon comenzaron proyectos y más proyectos de manera salvaje y desconsiderada hacia el estilo de vida tradicional, con un enloquecido sentido del desarrollo. Se llevaron los mejores líderes y quedaron vulnerables las comunidades, las familias y los jóvenes ante ofertas que los sacaron de su ambiente y su cultura.
Nuestra pastoral ha estado atenta a todas las ofertas de proyectos, asistiendo a las asambleas como comuneros que somos y aportando nuestra experiencia de cómo funcionan las grandes empresas y mienten y desprecian a los nativos ofertando bagatelas. Analizamos en asambleas los pros y contras de cada proyecto antes de decidirse y acompañamos toda la gestión para denunciar los errores e incumplimientos. Denunciamos también las amenazas y asesinatos que se cometen cuando se planta cara a los abusos y despojos de los recursos de la madre selva y de las personas más vulnerables.
El veneno de este desubicado progreso ha calado también en nuestras gentes, que han pasado vertiginosamente del trueque a manejar chequeras con decenas de miles de soles. Así ha sucedido en varias comunidades, que aceptaron, sin reflexión, bajo la dirección de ingenieros inescrupulosos que les impidieron consultar con el padre y con la profesora, el programa “Bosques”, que oferta diez soles por cada hectárea de terreno que se mantiene como reserva. Es un reconocimiento a los “guardianes de los oxígenos”, pero las consecuencias han sido fatales porque ante el abuso inconsciente que han hecho de tanta plata, se les ha suspendido el beneficio del proyecto. Nos tememos que, acostumbrados a la plata fácil, acaben cortando árboles de su reserva natural e inmemorial, para disponer de más plata. También hay comunidades que han optado por el cultivo de coca, que luego se procesa como pasta básica de cocaína. En nuestro territorio del VRAEM (Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro) es uno de los negocios más florecientes, lo que ha ocasionado presencia de narcoterrorismo y presencia abusiva del ejército.
Apostamos por proyectos ecológicos y acordes con el medio ambiente. Así, el proyecto de agricultores ecológicos que evitan el envenenamiento de la tierra y sus productos, sin quemas, utilizando fertilizantes que ella misma produce y apostando por un comercio justo con oferta de productos libres de contaminantes que acceden a mercados de precio justo. Promovemos también los biohuertos y piscigranjas, aprovechando la gran riqueza de aguas de nuestros ríos y quebradas, como forma de alimentación.
Estimulamos a la comunidad de Koribeni, ya en proceso de colonización y secularización acelerado, el traslado a la reserva territorial que posee en el río Mantalo, con un estilo de vida mucho más acorde al tradicional y con recursos que facilitan la vida. Para ello hemos construido, con el trabajo colectivo, viviendas para todos los que han optado por vivir en este medio donde también construimos hace tiempo la escuela. Asimismo, aceptamos la petición que nos hicieron los mismos nativos de las cabeceras de los ríos para administrarles, desde nuestro Centro Pío Aza, el proyecto de viviendas dignas y acordes con el medio, para 200 familias, como beneficio directo del Gas de Kamishea.
ECOLOGÍA CULTURAL
Solemos repetir en nuestros encuentros que el gas que habita en el corazón de nuestra tierra es sagrado como ella, es el Espíritu de nuestros antepasados, constituye “tasunk”, el soplo, el alma de nuestra vida y cultura y no podemos traicionarla y venderla.
Incluso a nivel educativo, el sistema no favorece la riqueza de lenguas y culturas que abundan en nuestra amazonía, muchas de ellas desaparecidas o en peligro de extinción. Un sistema que va matando en las aulas día a día y año tras año, la frescura y espontaneidad de los niños que siguen el caduco sistema de “escucha, copia y repite” en lengua extraña.
Estamos trabajando en el proyecto REIBA que se centra en el acompañamiento para la recuperación y defensa de la lengua y la cultura de las comunidades en los niños y niñas de primaria. Para ello formamos comités en defensa de la lengua y cultura, donde están implicados los profesores, los padres de familia y los más veteranos de la comunidad que llamamos ‘sabios’, por su conocimiento de mitos, cuentos, cantos, costumbres, etc. Contamos desde el año pasado con dos hermanas Misioneras de la Inmaculada, voluntarias REIBA, en la comunidad matsigenka de Poyentimari.
Abrimos las puertas de un museo y aula de cultura amazónica en Koribeni y estimulamos a hacer lo mismo en otras comunidades. Animamos a un grupo de jóvenes matsigenkas de nuestra misión a que con su arte (pintura, instrumentos, canto, danza...) formasen el grupo Maseiro con el que han competido en fiestas de centros poblados ganando primeros premios, aunque luego, habiendo encontrado trabajo o posibilidades de realizar estudios, no tienen más actividad que en las fiestas de la comunidad.
En el aspecto de formación catequética y religiosa trabajamos los Sacramentos, centrándonos en los elementos fundamentales de la cultura nativa: tierra, agua, viento, fuego; haciendo énfasis en una religiosidad más sensible, que capte las huellas de “Tasorintsi” a través de los cinco sentidos.
La vida y la muerte forman parte connatural del entorno nativo, muy distinto a nuestras sociedades occidentales, donde se teme y oculta la muerte. Consideramos los velorios como ceremonia en que se aviva la memoria colectiva: mashato, tambora, canto, cuento, repaso histórico, mezcla de mito y realidad. La muerte como elemento connatural con el decurso de la vida, donde participan incluso los niños jugando alrededor de sus mayores que hablan del finado y los que le precedieron. Y con sentido cristiano, celebramos el paso hacia la vida, como antiguamente decían también nuestros mayores: hay una escalera de la tierra al cielo por la que suben y bajan los matsigenkas, aunque en este tiempo, la escalera se ha quedado corta y la tierra está más distante del cielo. Suelen ser enterrados en la misma chacra que ellos han trabajado. Son tiempos y lugares importantes para la memoria comunitaria.
La mayoría de nuestras celebraciones en comunidades nativas las realizamos sin muros, a la intemperie, rodeados de una naturaleza en esplendor que nos recuerda que somos uno con ella, rodeados de perritos, monos, loros, el fragor del agua y la caricia del viento. Como hacía Jesús al pie de las montañas y en las riberas del río, predicando un estilo de vida bastante parejo al que llevan nuestras comunidades. ¡Qué hermoso paraje para la vida de contemplación y ojalá florecieran en esta clausura sacramental de exuberancia natural, monasterios de vida profundamente religiosa!
ECOLOGÍA DE LA VIDA COTIDIANA
El estilo de vida en la selva está siendo envenenado por un ritmo frenético que está trastornando al nativo, pasando de mirar al sol y la luna como cómplices del tiempo, a estar pendientes del teléfono móvil y múltiples aparatos que acaparan demasiadas horas de sus vidas y dejan poco espacio a la tertulia que danzaba con la memoria del ancestro. El mashato animaba la tertulia, a la fecha es el trago y la cerveza las que emborrachan las horas y los días mientras se escucha el huaino emborrachado que entona descaradamente Sonia Morales y sus calcomanías. Hemos sustituido nuestras tamboras, flautas, songárintsi, por el huaino borracho, la bulla, el alcohol y sus dañinas consecuencias como enfermedad y síntoma de que la vida y los sucesos acelerados no son controlados por los nativos. Antes acudía la comunidad en pleno a las asambleas, ahora se prefiere pagar la multa por inasistencia. Demasiadas ofertas laborales y no está mal, pero ya es frecuente la frase “no tengo tiempo, prefiero pagar la multa que impone la comunidad”. Antiguamente, la voz de la comunidad era la voz de Tasorintsi y todos aceptaban sin rechistar el nombramiento y la responsabilidad. Hoy ya no se acepta responsabilidad ni tarea común que no venga acompañada de compensación económica.
Desde que ha entrado el dinero en la Comunidad, se ha roto la voluntariedad, predomina lo particular sobre lo colectivo, se prefiere la propiedad privada a la comunitaria, vienen las envidias, los egoísmos, los robos... El interés exclusivo es la plata. Las rupturas familiares y el éxodo de los jóvenes y mejores líderes de las comunidades hacia los centros poblados y ciudades, rompiendo la armonía familiar y comunitaria.
El silencio de la selva, incluso los silencios sonoros del agua, aves, viento... favorecen la meditación. Necesitamos tiempos también litúrgicos que nos devuelvan la serenidad y favorezcan la contemplación de la belleza alrededor, más allá de los beneficios que reportan sus frutos y recursos.
Trabajamos en la recuperación de la artesanía, las plantas medicinales, la confección de tejidos en telares tradicionales, el diseño y sentido dela pintura en el rostro, la danzas, el canto y los adornos con aretes, chaquiras, collares y otros. Todo contribuye a descubrir la espiritualidad de todos esos elementos que configuran la vida cotidiana de los hijos de la selva.
La misionera dominica madre Esther y su grupo de “manos energéticas”, recuperan el saber tradicional a través de huertos de plantas medicinales que proporcionan salud, incluso dinero, porque se oferta en mercados artesanales del Distrito, Provincia y Región. En estos talleres introduce tiempos de silencio y escucha acompañados de poemas y melodías.
En nuestras residencias para estudiantes nativos no solo para garantizarles los estudios de secundaria y acceso a carreras superiores, sino también para sanar heridas de abusos, valorar su lengua y cultura, potenciar la sensibilidad con momentos de reflexión, agradecimiento, esparcimiento y valoración y respeto por la cultura del otro.
Matsigenkas en Quillabamba: su estilo de vida en contraste con la comunidad. Nuestro proyecto de ofrecerles un lugar de reunión y búsqueda
de una organización juvenil nativa. Las meseras, cargadores, prostitución, embarazos adolescentes, estupefacientes y robos. Nuestro proyecto de acompañar a los jóvenes que deambulan por la ciudad de Quillabamba procedentes de las comunidades matsigenkas del río Urubamba. Una oferta sociocultural-recreativa, en red con el COMARU, Parroquia, Municipio Provincial y otras Instituciones.
EL PRINCIPIO DEL BIEN COMÚN
Ya lo he mencionado anteriormente: antiguamente, la voz de la comunidad era la voz de Tasorintsi y todos aceptaban sin rechistar el nombramiento y la responsabilidad. Hoy ya no se acepta responsabilidad ni tarea común que no venga acompañada de compensacióneconómica.
Ahora prima lo particular sobre lo comunitario: tierra en propiedad más que colectiva. Debemos recordar en las asambleas que si se cede la preferencia de la propiedad colectiva a la particular, las comunidades nativas desaparecen. Es lo que están esperando los que ansían la propiedad de estas comunidades para comprar sus tierras y recursos, con lo que el éxodo a los centros poblados y ciudades sería mucho más intenso. Hemos tenido experiencias muy dolorosas en la propia comunidad de Koribeni cuando se ha cedido el terreno a personas ajenas que solo buscan su propio interés.
Promocionamos el “diezmo” en las comunidades matsigenkas. Son muchos los nativos que han sido privilegiados por nuestras misiones desde los internados y las becas para estudios superiores. Estamos promoviendo este tipo de “diezmo” entre ellos, es decir, que aporten al menos diez días al año en visitar a sus paisanos y contarles su experiencia a lo largo de los años que han estado fuera de sus comunidades y ejerzan en su favor los conocimientos adquiridos: magisterio, enfermería, ingeniería, artes, antropología, etc.
Este bien común es la espiritualidad del pueblo, de su cultura. Es lo que llaman los amazónicos el “Buen Vivir” y sus mayores han vivido mejor que viven ahora sus descendientes a pesar de tener más posibilidades de alcanzarlo. Quizá porque el dinero ha llegado antes que la reflexión. Por eso los misioneros insistimos que se debe convivir con ellos antes de lanzar un proyecto que puede tener funestas consecuencias.
JUSTICIA ENTRE GENERACIONES
Mucho esfuerzo por dotar a nuestras comunidades de caminos, carreteras, agua potable, electrificación... si no educamos a nuestros niños en el amor a su cultura, a su tierra, a su paisaje, las consecuencias serán funestas, y ya las comprobamos en aquellos jóvenes que, en cuanto ganan su primer sueldo, lo primero que hacen es comprar una moto para alejarse lo más posible de sus comunidades y acercarse deslumbrados por la vida psicodélica de los centros poblados y ciudades. Allí sufren el contraste entre el sueño y la realidad, con mucha frecuencia son abusados y se ven obligados a regresar a sus comunidades con sensación de fracasados, constituyendo a la vez un riesgo para su comunidad, porque abandonaron sus valores y han aprendido “mañas” extrañas en aquellos paraísos artificiales del que han sido arrojadossin haber valorado el estilo de vida ancestral mucho más cercano al paraíso.
Urgimos en nuestra pastoral un acompañamiento a esos jóvenes que deambulan por las ciudades y no tienen un lugar, tiempo y compañía que les ayude a engranar su ideal con la realidad que viven y con demasiada frecuencia sufren. Estamos gestando ese proyecto urgente de pastoral y un espacio que lo facilite en la ciudad de Quillabamba.
Recomendamos a las comunidades nativas que guarden un fondo de los beneficios que obtienen por los proyectos del cánon y otros recursos, para las futuras generaciones, de modo que cuando pase la fiebre del gas y otros recursos puedan hacer frente a sus consecuencias: la selva quedará sin recursos y contaminada, van a precisar de ayudas para poder estudiar y así poder colaborar de algún modo con sus comunidades a salir de esta situación de precariedad en que van a quedar. Parte de ese fondo se destinaría también
a engrosar la red solidaria que ya hemos formado los puestos de misión para la atención a pacientes de comunidades nativas, cuando son trasladados a los centros hospitalarios en Cusco y Quillabamba.
Perseguimos con afán lograr para Koribeni y otras comunidades matsigenkas, una residencia para ancianos que precisan atención en los últimos años de su vida. No sabemos si comen, si sufren... si percibimos que perdura el mito del “se quiere morir padre”. Seguimos estimulando esta residencia para la que ya contamos con espacio, alimento y cuidado y esperamos el interés y aporte humano de la familia, la comunidad y las instituciones pertinentes, sobre todo del estado. Sería una oportunidad para que los jóvenes del internado, anexo a la residencia, mantengan un diálogo intercultural con sus ancianos. Deseamos que en cada comunidad se escuche su voz y su consejo y sea un factor decisivo en la recuperación, valoración y transmisión de toda su sabiduría. Es todo un ministerio en las comunidades nativas que debemos reconocer y potenciar.
Como colofón, nada más bello que las palabras de Jesús, “uno de nuestra raza” que nació, sintió, sufriendo, gozando, amando y liberando la vida de toda naturaleza humana, recapitulada en él:
“Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta... Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos... Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio afán”.
Roberto Ábalos Illa, OP
Es natural de Los Arcos (Navarra). Religioso dominico formado en el Seminario Hispano-Americano de Misioneros Dominicos de Villava (Navarra), donde nació su vocación misionera y afición por la fotografía y el cine. Ha sido cofundador de la comunidad dominica campesina de Babilafuente (Salamanca), donde reside ocho años, y después se traslada a Guatemala, permaneciendo en la Parroquia misionera de Rabinal (Baja Verapaz) y un año en Cahabón (Alta Verapaz). En ellas trabaja y convive con las etnias achí y q’ueqchí. En el 2002 pasó temporadas de varios meses en comunidades nativas de Chiapas, Bolivia y Panamá. Desde el año 2004 hasta la actualidad, trabaja en la Misión San José de Koribeni en la Amazonía sur peruana, atendiendo pastoralmente las comunidades Matsigenkas del Alto Urubamba.
Artículo publicado en la Revista Selvas Amazónicas nº 5 Cuidado de la casa común. Puedes apoyar la labor de Misioneros Dominicos-Selvas Amazónicas y leer entrevistas y artículos tan interesantes como este suscribiéndote a nuestra Revista